martes, 12 de agosto de 2014

Suerte es dar nombre a su sonrisa.

Suerte es dar nombre a su sonrisa.

En un día decadente cualquiera, entraste despacito y de puntillas
como quien entra sin llamar y teme ser descubierto.
Como un ladrón en medio de la noche, entrando simplemente
a observar uno de los cuadros de la galería más importante del mundo.

Entraste, cuando mi vida estaba en aquel precipicio imaginario,
en el instante en que sorteaba mis letras al mejor postor,
prostituía mi valentía por quien se atreviese a mirarme a los ojos
y mentirme de manera tan bonita que sonase a certeza (ocultando 
las dudas y los sinsentidos de cada palabra).

Pero solo recuerdo oscuridad y el abismo de la indiferencia,
cuando en medio de la nada, al abrir los ojos; allí estabas.
No sé cómo ni cuándo, tan solo podría intentar describir
la manera en que pusiste mi caos patas arriba estableciendo
como único ideal el que escondía tu sonrisa (acabaría
por ordenar mis ve(r)sos de manera que solo te imaginasen a ti en ellos).

Te acercaste a mí sin miedo, pese a atisbar un reflejo de tristeza
al fondo de mi sonrisa;
y en vez de callar mis voces, asustarte ante mis demonios
o dar la espalda a mis puntos suspensivos...
Pusiste el hombro y una sonrisa hasta hacerme ver
el mundo de una manera más bonita, contigo.

Ahora me abrazas como quien no teme al destino,
porque no existe.
Como la niña inocente que esconde las manos tras la espalda
cuando ha lanzado la piedra cargada de sueños hacia
un futuro mejor.

Ahora que me miras, el pasado es una lista de anécdotas,
el presente quiere compartir nombre con nosotras y el futuro me ilusiona; 
como el novato artista ante su primera canción compuesta.

Ahora que te ríes, el mundo calla sus gritos infernales,
silencias el pesimismo y las canciones de amor empiezan
a sonar bien.

Ahora que sé que me sonríes, Roma ha dejado de ser una ciudad
para tener sentido en su orden inverso y todos los caminos 
saben llevarme hacia ti.
De hecho, se ha teñido de mil colores el gris de mis noches
la Luna ha dejado de ser mi musa preferida
y mis ojos no cesan de buscarte (mientras mi cabeza solo
quiere perderte -entre mis brazos-).

Ahora que has decidido interrumpir mi vida,
como el hincha que empieza a cantar en medio 
de la multitud pese a que su equipo va perdiendo diez a cero;
puedo decir que mi suerte lleva tu nombre y se viste de ti.

No hay comentarios:

Publicar un comentario