sábado, 29 de marzo de 2014

Los 'érase una vez' no existen

Siempre me gustaron los cuentos, pero nunca entendí los 'érase una vez'.
¿Una vez? ¿tan solo una?.
Rebelámonos contra los clásicos, que no nos cuenten cuentos.
Sino 'éramos', ni 'fuimos' ni 'seremos'.
Que seamos, ahora (y punto).

Me hablaban de princesas, de chicos perfectos y risueños.
De príncipes azules y sapos ansiosos por un mísero beso.
Yo le preguntaba a mi madre por qué la princesa no aprendía
a rescatarse sola de la torre, por qué el príncipe jugaba a ser héroe
y por qué su empeño en casarse con la chica.
También me preguntaba por el ansia de la rana por cambiar,
por transformarse en un aburrido príncipe más,
de los que viven en un 'felices por siempre jamás',
con lo bonito que parecía ser salvaje, vivir en el margen
y no depender de que la chica de tus sueños, te quite
el sueño (y los sueños).

Me hablaban de lobos malos y niños perdidos en el bosque.
De despertar a besos a chicas, de bestias sufriendo metamorfosis
que ya le gustaría retratar a Kafka...

Y yo pensaba ¿por qué? ¿y si el lobo feroz solo fuese un cordero asustado?.
¿Y si el príncipe se destiñe siendo cobarde? ¿y si al sapo le da asco el beso
de la princesa rosa y perfecta? ¿y si la sirena quiere seguir sintiendo
el vaivén de las olas y rompiendo corazones marineros?.
¿Y si no existen héroes, ni hadas ni carrozas encantadas?
¿Y si a la princesa no le gusta el rosa, y se rebela y salta sola de su torre,
arco y flechas a la espalda y sale a rescatar a su chica (im)perfecta?.

¿Y si reinventamos los principios?
¿y si borramos los 'punto y finales'?
¿y si vivimos a pie de página?
¿y su hay vida más allá del punto y aparte...?

sábado, 22 de marzo de 2014

Quiero

Quiero que ocupes tu hueco en mi cama.
Quiero que nos olvidemos de vacíos.
Quiero  perderme en tus ojos
y nos bailemos el agua.
Quiero esperarte, llevarte a cualquier parte.
Quiero que me escribas, y creerme tu Marwan susurrándote que leas mi columna vertebral en braille.
Quiero que te creas Sabina y me saques a bailar a la cornisa de ese maldito piso y me beses tres veces hasta perder la cuenta.
¿Suena muy egoísta?.

domingo, 16 de marzo de 2014

Cobarde

Llueve.
Me mimetizo con la tarde gris de domingo, ¿hay algo más acorde a mi estado de ánimo en este instante?.
Probablemente no. Suspiro, dejo que el aire penetre a través de la ventana semiabierta, el sonido de las precipitaciones inundan mis oídos pero de fondo me parece distinguir una leve risa tonta de enamorados, el frío comienza a calar mis huesos casi al alcance del vacío acorde con mi ser en sí. Desearía ser capaz de 'escribir los versos más tristes esta noche' al compás de Neruda, no sé versar desde hace tiempo, dicen que la poesía te encuentra y a mí me perdió hace demasiado tiempo. 

El optimismo se me queda grande desde hace años. Sonrío irónicamente antes de comenzar aquel escrito, comienzo con un 'querida/o...' pero demasiado tópico, tiro el papel al suelo y comienzo de nuevo, frunciendo el ceño dejo que las ideas de mi caótica mente se decidan a transformarse en palabras que consigan plasmar mi hecatombe:
'Hace ya tiempo que me recome Soledad, hace ya tiempo que agoté mis ganas de soñar, de investigar todos y cada uno de los caminos que la vida tenía reservados para mí.
Todo debió comenzar con la necesidad irracional del egoísmo humano, tendencia incoherente de autodestrucción, humano e inevitable odio a lo diferente, miedo al que no corresponde al subjetivo y absurdo término de 'normalidad'.

Vuelvo a mi silla, el suelo aparece tiznado de agua ante lo que me limito a encogerme de hombros para acto seguido, continuar.

'Soy el problema. ¿Por qué no pude seguir al rebaño bajando la cabeza y acatando órdenes?'. Demasiadas noches ansiaba la mediocridad. Odio el tiempo perdido en ese círculo vicioso indestructible.’ Todavía, si me concentro, puedo escuchar el murmullo de aquellos susurros a mi paso. Creía haber eliminado inconscientemente aquellos recuerdos, aquel primer día de colegio en el que caminando hacia mi sitio me pusieron la zancadilla haciéndome caer escaleras abajo. O aquel en el que en el laboratorio, al volver del baño todos mis compañeros de grupo habían ocupado y adueñado todas las sillas en torno a aquella mesa, dejándome sin sitio y sus sonrisas, sus malditas sonrisas hirientes y divertidas ante la cara de gilipollas que se me habría quedado. Nunca me atreví a pararles los pies. Pero ¿desde cuándo una sola persona se ha enfrentado a un ejército y ha vencido?.  Quizás me encantaba cerrar la boca, y bajar la mirada.
Podría resumir todo en una metáfora:
Te encuentras al borde del abismo, te asomas, sabes que no tienes paracaídas y que nadie va a esperarte abajo. Te mientes pensando que resurgirás de las cenizas cuan ave Fénix. Echas un último vistazo y pese a que todo tu cuerpo tiembla con terror, cierras los ojos con una sonrisa y coges impulso corriendo hacia atrás, instantes de tu vida pasean por tu mente a un ritmo frenético como si fuese un tráiler mal montado y sonríes irónicamente porque cada paso que das hacia el borde eres más consciente, te lanzas. Caes, caes,  caes y no parece haber fondo, porque no lo hay, simplemente caes. '¿La vida es una batalla continua?, porque si lo es, alzo mi bandera blanca, tiro mis armas al suelo alzando mis manos a la cabeza y entregándome a quien quiera que me esté apuntando con la luz roja de un francotirador, me arrodillo y cierro los ojos...

'No me echéis de menos. Ni se os ocurra llorarme. No me echéis de menos y punto, seguiréis con vuestras vidas, como si nunca hubiese existido, como debió ser.

Imagino cenas de Nochevieja, todos en torno al pavo ese relleno de pasas y piñones que hace el abuelo que resulta una bomba intestinal para esas altas horas de la noche o esas discusiones por qué canal toca poner este año cuando acabamos viendo la uno porque a la abuela le apetece criticar el vestido oportuno de Anne Igartiburu, y también los chistes cuando vamos por la quinta uva para hacernos estallar en carcajadas e impedirnos continuar. Me viene a la mente cómo será mi habitación, cómo os dará por decorarla, haced lo que queráis menos poner pósters Justin Bieber. Deberíais quemar mis fotos, y podríais lanzar las cenizas al mar, no sé, lo ví en una película y me pareció que quedaba bastante bien, muy metafórico. 
Abuela, quita las estrafalarias y horteras cortinas de flores del salón de tu casa, por favor.

Bueno y el tema de mis discos, libros y películas...¿podríais ponerlo junto a mí?, siempre me ha producido un sobrecogedor respeto el ajuar que enterraban junto a los egipcios, que creían poder llevarse todas sus posesiones en 'el viaje al más allá', sería un pequeño homenaje, y eh...si resulta que hay otra vida pues ¡no tendré que gastarme dinero en todo ello!, a lo tonto me habré ahorrado unos doscientos pavos. ¿Ves mamá como soy previsor cuando quiero?. Declararé que rompí el jarrón de la sala de estar.

Y por último...quiero solo una cosa más, decidle a Luna que lo siento, que no podré nunca ir con ella a recorrer Estados Unidos ni nos mudaremos a un piso en París en plan bohemio ni tampoco compartiremos gatos cuando seamos viejos y sigamos viviendo juntos porque no hemos encontrado a nadie.
Y Andrea...Andrea, te quiero, gracias por las veces que me obligaste a salir del agujero aunque fuese a rastras. Por recoger la toalla todas las veces que la tiraba, y por haberme abrazado cuando el suelo se abría y no me quedaban fuerzas para volar a tu lado.
Gracias por ser tan preciosa, por ser tan tú. Por haber permitido que te sacase a bailar y dejar que te pisase los pies y te quedasen ganas de repetir, por haberme entendido entre versos, líneas y dudas. Te odio por esa vez que me dejaste con las maletas en la mano y dos billetes solo de ida en la estación, mientras te veía alejarte y subirte a otro tren sin despedirte. Por haberme sabido comerme la boca y haberme rozado el alma cuando tocaba, y por haberte dejado meterte mano con la misma mano con la que te escribía versos. Espero que estés aprobando, y que estudies la carrera que te guste, que no seas infeliz como la mayoría. Y permíteme decir que tienes el culo más bonito de Madrid, que eres mil veces mejor que la Lady Madrid de Pereza.Todos los que alguna vez me habéis hecho sonreír, sois poesía y os dejo para la posteridad en esta carta.

Doy los últimos tragos al café que preside mi mesa desde el comienzo de la tarde, con complejo de escritor bohemio. 
Me voy, pero no diré la excusa del tabaco.  
He sabido comerme el mundo y hace tiempo que el mundo me ha devorado.
He sabido volar a ras del suelo y quemarme mil y una noches de invierno,

Nunca he sido un príncipe porque siempre estuve desteñido, siempre el chico triste de la última fila, el que sueña con ser poeta de mil musas caprichosas que ni siquiera le miran, el que ansiaba bombardear la Luna con mil aviones de papel, el que escribía futuros pluscuamperfectos en el vaho del asiento de atrás del bus.
El que acaba solo en el último baile, el que de mayor quería ser 'un músico de esos que tocan en el metro y regalan rosas a chicas bonitas. No me tiro desde un puente decorado con candados de promesas y sueños vacíos alzando la mirada como si antes de la caída fuese a rozar el cielo con la punta de los dedos, para apresurarme al vacío donde me esperarían cien llaves de viejas esperanzas.
Soy el que va a acabar su huida con dos paquetes de pastillas.
Soy un cobarde.'


Agorafobia

Agorafobia.

Todo comenzó una noche cualquiera.
Yo le hablaba de volar,
ella alegaba su acrofobia,
yo ansiaba derrotar su miedo
a las alturas, de su mano 
 su misofobia confesó.

La oscuridad invadía su sonrisa
yo solo quería convertir
el sonido de su risa 
en la banda sonora de mis madrugadas.
Entonces descubrí su gelotofobia.

La saqué de casa, sin llegarla ni a rozar,
al mejor restaurante de aquella triste ciudad.
De su fagofobia me acabaría de enterar.
Volvimos a casa, por carreteras secundarias
desnudando nuestras dudas.

Suena la radio entre cantos de sirenas
me hace estar sediento de su aliento,
está loca, me hace desear
perder la vida entera en su boca.

Quería ahuyentar sus demonios
apagando las luces, 
conocer su cuerpo en braille,
perder las buenas costumbres.
Susurró a quemarropa su nictofobia,
su fotofobia, su filofobia y su maxofobia
contra el filo de mi boca.

La tormenta atraca en mi vida,
su sombra se adueña de mí,
ella me mira esquiva.

Me invita a su cama,
me habla de su infancia mal curada.
Abre la ventana, su claustrofobia la domina.

Me levanto, impotente,
me grita que no soy valiente.
Que huyo como todos hacen,
que soy un cobarde, que voy de diferente.

La miro, rozo su mejilla, hago que vuele
por encima de las nubes, se traga sus fantasmas,
nos encerramos, las luces apagamos.
Me quiere, me hiere.
La saco a bailar, bajo la tormenta.
Entonces, mi agorafobia
me acaba por dominar.

domingo, 9 de marzo de 2014

Mi canción favorita

Ella era mi canción favorita.
El estribillo de ese éxito radiofónico
que dentro de dos años ya nadie cantará.

Empezaré aclarando que es mi chica de ayer,
no la de Antonio Vega.
Pero nosotros empezamos conque dejarse llevar
sonaba demasiado bien, jugando al azar,
porque nunca sabíamos dónde se podía acabar o empezar.
O eso decíamos parafraseando a Vetusta Morla.

Quiero creer que recordará 'aquellas tardes de invierno por Madrid'
pero ha sido divertido, me equivocaría otra vez.
Y quise creerme Marwan convirtiéndote en mi guitarra
y leyendo tu cuerpo en braille con las luces apagadas.

Nunca me invitaste pero yo fuí, ahí me colé y en tu fiesta me planté.
Me interrumpiste '¿quieres bailar conmigo? puede que te pise los pies'.
Los pies y la vida, pero eso lo callaste. Y es que aquella noche
la fiesta estaba en tus ojos y no quise perdérla.
Quise que fueras mi tango, mi gardel, mis octavillas,
mi media luna de miel, mi blues, mi octava maravilla,
el baile de mi salón. Me temblaban los pies a tu lado
y me gritabas entre suspiros al viento '¡so payaso!'
cuando todos callaban en la penumbra de su cordura.



Quedamos en que me buscarías en el infierno porque soy igual que tú,
o eso testificaron nuestros labios al compás de Dorian.
Ahora háblame de tus noches sin dormir,
de tu oscura habitación, de tu calor.
Pero deja que el neón de la noche se clave en tu piel,
I know that I can find the fire in your eyes.
Me recitabas al oído cualquiera de John Lennon,
y yo te acusaba de ser mi Yoko Ono cuando
te fuíste por la vereda de la puerta de atrás.

Algún domingo astromántico me dedico 
a pensar al compás de la música
que emanaba tu voz y a desear 'que hablemos de ruina y espina,
de polvo y herida, de mi miedo a las alturas'.
Que me susurres 'take me to the wild side'
con complejo de Lana y me confieses que tienes un monstruo
en el armario y que tendré que acompañarte a la cama,
estragos de tu infancia mal curada.

Eras mi Lady Madrid,
más viciosa que ninguna y tan difícil de coger...
Si algún día oyes hablar de mí, dicen eso de que bebo rubia
la cerveza pa' acordarme de tu pelo.
Pero yo solo fui uno más de cientos,
sin embargo nunca te confesé que
 fueron tuyos mis primeros voleteos.

No quiero volver a hablar de princesas que buscan
tipos que coleccionar a los pies de su cama, pero tú 
eres mi excepción...báñate en mis ojos y que se joda el mar
que quiera mecerte a su antojo.

Yo solo quiero que me tiemblen las piernas,
que seas de esas que nadie recomienda.
Yo no quiero ver la aurora, quiero perderme en tus ojos
del color de la coca cola, preciosa.
Todo fue tan efímero...como un sueño de locos sin fin,
la suerte me odia y la fortuna se ha reído de mí.

Pero ya lo dice la canción,
que si te como a besos, tal vez
la noche sea más corta, no lo sé.

Ahora cada noche, me pierdo por
el bulevar de los sueños rotos, y
moja una lágrima antiguas fotos
y nuestra canción se burla del miedo
(y de nosotros).

Que lo que cambió
ayer, tendrá que cambiar mañana,
cambia, todo cambia.
Y dicen que te vieron por aquel triste bar
y que te tendré que ver, que ya no piensas en mi,
que ya no crees en la gente, que tomas pastillas rosas
y te has vuelto nihilista, que sueñas con no soñar.

Te sacaré a bailar a la cornisa del piso veintitrés,
si tienes miedo, si estás sufriendo, llamáme,
estoy en estado de espera.

Porque sino ¿qué hago con 'all those cigarettes that I've never smoked
and all the letters that I've never sent...'
Y luego solo me quedarán otros 19 días y 500 noches
para volverte a olvidar.

Entonces no habrá quien encuentre esa llamada perdida, 
no habrá quien te salve la vida.
Estarás vestida de novia en Las Vegas, serás una estrella que ya no brilla.
Se hará de día en una ciudad que no es mía, y la chica que duerma a mi lado,
nunca sabrá que existías.
Te gritaré 'stay' creyéndome Rihanna,
borrando entre tachones y torcidos renglones aquello de
que fuíste 'the one that got away'.

-Sin acabar-


Demonios de ojitos verdes

Mis demonios tenían ojitos verdes, una sonrisa preciosa y mil sueños en el bolsillo.
Volaban a ras del suelo, me duchaban con su risa en el infierno (creyéndose Neruda)
y cada amanecer provocaban mi naufragio en sus ojos, mar calmado y caprichoso (como ella, musa eternamente pasajera).

Mis demonios tenían nombre y apellidos.
También sabían morderse el labio como nadie, y provocar la caída de mil ángeles
con tan solo un ademán de sonrisa.
También creo recordar que les gustaba volverme loca, hacerme desear perder la vida
entera navegando en su boca.

Y de vez en cuando me regalaban mil maleficios en forma de insomnios,
y me frenaban o anclaban al fondo del océano de su soledad pese
a que me prometían lanzarme a volar.
Debe ser que mis demonios no entendían de coherencia en realidad, que se antojaban 
eternos como el Sol cuando precipita su caída sobre las nubes.
No eran tétricos ni sepulcrales, ni perfectos pero me robaban el sueño
(y ello me encantaba, como si tuviese más magia que una noche de reyes).

Eran eternos pero tan solo en mi lado izquierdo, ansiaba taparme
bajo las sábanas como si de un escudo invencible se tratara.
Y yo huía de su recuerdo, del reflejo de esos ojitos demoníacos que
mi mente nunca cesaba de retratar allá donde mi mirada se posara.
Y yo huía de ese culo que tenía, el más bonito de Montera, seguro.
Y retomaré el camino de sus ojos, que eran más poesía
de la que nunca nadie podrá llegar a escribir.
Mis demonios de ojitos verdes eran mi playa en Madrid,
no sé si lo entendéis.

La estrella polar de todo aquel que se cree escritor.
La sonrisa más preciosa de mis mil y una noches.
Ah y el rayo más potente del universo, la constelación que ansiaba tocar
una y otra vez, como si fuera la pianista más delicada del mundo y 
sus costillas el instrumento más acorde a mis dedos.

También era el agujero negro de mis noches, 
el infierno en mente si me faltaba en vida.
El fuego que una vez probado y quemado tus labios,
su cicatriz perdurará.
Hablemos de mis demonios, que resultaron ser un universo finito,
el mejor timo al que me he sometido.

9 marzo 2013

Y volví a pasear por la Gran Vía de Madrid
pero sin tu mano tirando de la mía.
Y con falta de tu sonrisa vigilando la mía.
Y de tu manera tan bonita y provocativa
de morderte el labio para luego hacer lo propio con el mío.
Y tu manía de hacerme soñar con lo imposible
y con lo que nunca nadie ha osado imaginar antes.

Me harían falta mil 'y' para retratar aquella historia,
historia de cuento que se convirtió en las cenizas
que el viento se llevó cuando me miraste por última vez.
Ceniza del fuego que un día nos habitó,
ceniza que tanto tiempo me invadió en las noches
oscuras, en esas en las que repasabas mi pelo (y que al igual
que el tiempo), ambos se te escapaban de los dedos.

No sabremos nunca si el cuento hubiese tenido un final
más digno de haber luchado un ratito más,
como el que me pedías que esperase a coger el bus.
Y te ponías tan jodidamente preciosa como el atardecer
y como la Luna vistiéndose de plata para ser devorada
por miles de parejas con ansias lobunas, aquellas
que nosotras llegamos a experimentar, o eso creo.

Se me ha olvidado echar de menos, y no hablemos del querer...
¿y qué hago ahora con este desorden a medias?.
Ah, salir a flote como siempre, acompañada de mi sombra
y mis mil demonios, que ellos sí saben el significado de quedarse,
o al menos el de no prometer 'no irse'.

9/marzo/2013