sábado, 18 de octubre de 2014

Experimento económico

Experimento económico (o cómo intentar hacer un texto que plasme sentimientos, incluyendo palabras del frío vocabulario de una noticia financiera).

El ayer fueron días de vino y rosas,
donde jugábamos a retar al futuro intentando manejar el azar.

Fueron apenas unos meses y se antojaban un lustro en ese universo
paralelo que supimos crear en medio de aquel vacío que nos ha acabado por llenar.

Éramos entidades incitadas al desahucio,
polos que algún día dejarían de atraerse
para acabar perdidos en un océano que nos ahogaría en este tsunami de indiferencia.

En las historias de amor no hay buenos, ni malos o al menos en la nuestra solo había
blockers cobardes destinados a esta Gran Recesión que es el borrar los dos puntos a nuestros suspensivos, tabla en medio de aquella locura de acciones.
Esos puntos con toque amargo de final (o eso dicen las cifras corporativas de tu manía
contable, que constituyó el saldo conjunto de esta depresión).

Aquel espíritu financiero, el sueño con aquellos activos inmobiliarios
compartidos y esas modificaciones legislativas en todos mis credos fueron
tan sólo una inducción más al fracaso, a esa crisis cíclica pero definitiva que se ha llevado
hasta las deudas con tu piel.




miércoles, 1 de octubre de 2014

Carta II; imagina que te quedas.


Imagina que no has borrado nuestras fotos,
que aún me escribes o alguna calle te recuerda a mí.
Y que tu boca está aguantándose las ganas de gritar un 'vente'
mientras tus manos a veces sienten frío, porque no las repaso
una y otra vez mientras compartimos un silencio.

Déjame decirte que no existe un precipicio más bonito
que el que escondes,
y siempre he sido una suicida en busca de un puente
como el que muestra tu sonrisa ladeada.
¿Pero qué vamos a hacer?.

Qué quieres que haga si siempre he odiado los finales,
los the end en la pantalla, los atardeceres sin tu cabeza en mi hombro,
hablar por teléfono si no es una excusa para escuchar tu voz
desde cualquier otra parte del continente, o de la ciudad.

Qué quieres que haga si la palabra 'magia' la pierde,
si no piensas en mí al acostarte,
y si en tus cuatro paredes no reina la primavera por mi culpa,
cuando el otoño amenace tu vida. 

Qué quieres que haga si eres la casualidad más imprevisiblemente
preciosa que se ha cruzado por las carreteras de mi mala suerte.

Mi facilidad para perder es mayor que para ganar;
y mi excusa preferida es la suerte, el vértigo de la felicidad.
Soy idiota, pero soñadora;
y las ganas de resucitar, de volar, de resucitarnos (aún teniendo los
ojos abiertos) son mayores que los impulsos de volver a la desidia
y el turismo emocional.

Pero voy a dejarme caer,
re(cógeme) si quieres.
Voy a escribir(te) hasta vaciar(me) y que el futuro pague la ronda.
Querías que (te) escribiese una carta,
y te diría lo bonita que se ve la vida desde el color de tu mirada
prometiendo mil veranos a tu lado.
Besaría tus dudas, te describiría tantas veces como te he pensado,
acariciaría tus manos al compás de nuestra canción preferida.

Si te viese en la estación, te susurraría que querría vivir
el resto del invierno derritiendo tus fríos;
te gritaría cuántas veces te he odiado sin conseguirlo,
cuántas te he escrito y la indiferencia ha borrado las huellas,
y la voz que invade mis versos de prosa cada vez que tu silueta 
se cruza por mi cabeza.

Porque desde el segundo en que te vi, 
supe que los nervios quedarían atrás y cualquier rincón sería precioso.

Llámame locura pero quiero colarme en tu vida,
conocer los recovecos de tu cuerpo, de tu mente.
Grabar en mi cabeza cada vez que me tomas el pelo,
por si algún día me despierto y estás mirando por la ventana,
buscando el mar en Madrid,
sin saber que se esconde en tus ojos.

Llámame idiota pero no quiero dejar de conocerte,
de que tu nombre se esconda en mi cuaderno mientras el mundo
se jura y perjura que se derrumba; y nosotras estemos 
creando una nueva definición de amor, enamorándonos cada segundo.

Y yo, quiero escribir nuestros nombres en todos los árboles de tu parque,
probar todos los bancos escuchándote hablar de la vida,
jugar como si volviésemos a los doce y hacer planes de futuro como
si tuviésemos treinta.

Que no sé, no sé expresarme ni decidirme a tiempo.
Mentiría si dijera que somos fáciles, que somos perfectamente perfectas,
o que los errores nunca van a tener cabida en nuestras rutinas;
pero quiero separarme de ti y que vuelvas a abrazarme por la espalda
cuando crea que ya me has perdido de vista.

Hacerme la sorda cuando tus palabras me sorprendan,
y guardar tus palabras en todos los bolsillos y entresijos.
Que convirtamos el metro de Callao en el lugar más romántico del mundo,
y Gran Vía en cualquier pasadizo de París,
que mil autobuses nos pasen de largo y los trausentes no nos entiendan.

Encontrar cualquier minuto para vernos,
mil motivos para saber que la suerte existe.
Para encendernos si la tormenta amenaza con apagarnos,
bailarle a la lluvia aunque nos pisemos y cantar sin letra
haciendo el concierto más bello que jamás se haya escuchado.

Leer(nos), leer a Neruda, a Bécquer, a aquellos que odio,
y a los que aún no conocemos. Poniendo a la poesía como excusa
para desabrocharnos las ganas y soltar los versos más cursis
que haya presenciado la Luna.
Que tengamos el secreto más incoherente y bonito del mundo.

Carta abierta; sueña.

Carta abierta (a ti y a los futuros).


Para la suerte con la sonrisa más bonita,
que ha rozado mis sueños;
Sueña.

Desperté impaciente, creyendo que tu huida
se había producido, que tu (ida) era inminente.
Pero dormías bajo el mismo techo, y sonreías.

Quizás supe en ese instante que quería que cada
uno de mis amaneceres llevasen tu nombre y etiquetas.
Que al caer la noche, no nos atropellasen los monstruos
que ya no duermen bajo la cama sino en la puerta,
amenazando con Invierno bajo el brazo.

Dejaste el olor de tu pelo, de tus labios;
y me dí cuenta que quería enamorarme de ti cada mañana.
Recorrerme todos los rincones del mundo, y del tuyo.
No dormir contigo o hacerlo, soñando en braille sobre tu espalda.


Imagina que te echo de menos.
Que tengo miedo de abrir los ojos y que estos no intenten buscarte
en cualquier andén, en cualquier puñetera parte del mundo.

Imaginemos que aprieto el puño cuando pienso en verte
de la mano de cualquier otra chica, más fantasía, menos caos.

Y que me necesito a mí, cuando entraste en mi vida por la puerta
de delante, cerrando la vereda de la trasera 
(por si me fallaba el valor y los principios).
Imaginemos que la llama se apaga,
y cogemos todos los mecheros de la ciudad hasta restaurarla,
mucho más fuerte y potente que el mismísimo primer día que te colaste en mi vida.
Supón que me sobra la mitad de todo,
que tengo vacíos en cada lugar que voy sin ti.
Que Madrid no es bonita sin tu mano con la mía,
sin nuestros labios tentándose en cada esquina.

Ojalá.
Ojalá me acompañes a esa tienda de libros (nuevos)
donde perdernos entre tanta poesía y arte,
admirar cada palabra, cada historia, cada portada.
recorrer otras tantas de CD's cuando la música
es tu risa y yo su culpable.

Hacernos amigas de la dependienta más antipática
de la capital y sonreír
con los pequeños detalles, buscar nuestro sabor favorito
(aunque el mío siempre fue el de tus labios en los míos).
y recorrernos cada calle buscando tu chocolate preferido.
O buscar cualquier cosa que necesites,
estando a tu lado, porque mi sentido se encuentra en tu búsqueda.