jueves, 31 de julio de 2014

Verano

El verano me tienta con su sonrisa afable,
me tiende la mano sus ganas de salir (y de comerme el mundo),
me sonríe tiñiéndome de su color y de la risa contagiosa de bañarme en mil mares,
de perderme en cien océanos, de abrazar las tardes por mi ciudad.

Se palpa en el ambiente la necesidad de explorar, de olvidar el invierno y a la puñalada traicionera de la primavera que nos persigue de vez en cuando.

Es la estación en la que ansiaría que parase mi tren 365 veces, en un bucle infinito que no dejase paso al noviembre que intenta invadirme de vez en cuando.

Es la excusa perfecta para gritarle al viento que Felicidad se cuela en todas tus ventanas y piensa hacer huelga indefinida.

El verano es una cerveza fría en la terraza de tu cafetería preferida,
un paseo por la playa al caer el astro rey,
una sonrisa plena,
tirarse de bomba con cinco amigos a la vez,
una mañana durmiendo hasta que llamen a tu puerta,
una tarde entre cartas en el césped, charlando de todo y de nada.
La recompensa de haber sobrevivido al año,
el amor efímero que muchos buscan,
las noches a las tantas en compañía,
las risas de madrugada,
el pelo revuelto y las ganas intactas,
las calles rebosantes de gente,
el buen humor hecho tres meses.
El verano es la v de vida.

Pretérito imperfecto y resuelto

Si tú eras casualidad yo era destino inventado.
Se nos juntaron las ganas de escribir con las de encontrar musa estable;
y así se nos lió la poesía con el hambre por olvidar, y se nos cruzaron las intenciones y la historia con el pasado.

Qué bonita estaba callada, qué bonita estaba mintiéndome cuando sonreía a mi futuro con la mirada de quien grita 'cierra los ojos y salta conmigo, que puedo enseñarte a volar antes de que te des cuenta'.
Pero no te enseña a volar y caes en el abismo de tu indiferencia.
Pero abres los ojos a las verdades inciertas y a las no ciertas verdades y tu mirada se ríe del presente y los sueños en el bolsillo.

Amor a horcajadas,
bocas perdidas en el mundo intentando encontrarse,
salvarse del frío de ahí fuera (en verano).

El descosido se hizo roto, las letras en un cóctel molotov.
Promesas en proyectos con falta de ganas, avance, futuro, trayecto.
No duele el pasado, escuecen las sonrisas muertas, el tiempo perdido.
Madrid a mis pies, mis balas en la recámara, no te he vuelto a leer desde que sé que no me escribes.
Y qué quieres que te diga si ya no importa, y si no te quiero a mi lado ni en pintura.
Si las canciones de Pereza conjugan en pasado y los atardecer en la playa me inspiran a futuros.
Qué quieres que te diga si aún dices venga; ya no digo vale.
Siempre fui de coger el último tren o autobús en su defecto.
De aprender a jugármela a base de pérdidas, de quedarme a base de huidas.

Qué quieres que te escriba, sino me lees, si reciclas tu poesía de mierda que ni es poesía ni es tuya, tus palabras bonitas y tus 'ganas' las inviertes en la primera musa barata que se cruza.
Y podría decirle al mundo la verdad, o decirte tu nulidad en ese intento de querer, que te importa una mierda cualquiera que no seas tú, que poca gente va a aguantar tu mal humor, tu forma de pasar, tus malas caras, tus contestaciones y tu manera de esquivar los problemas. Pero da(s) igual.
Yo  funciono mejor de bala perdida, de escritora a futuros imperfectos pero reales.

Qué quieres que te grite si sabes querer en dos semanas y olvidar a los nueve días y medio;
si te vas y cuando me he girado vuelves a darme un toque en la espalda como si fuera a querer tenerte, después de haber dejado perderme;
qué quieres que te diga si soy corredora de fondo y tengo más principios que ganas de improvisarte,
si no me atrae tu caos,
si yo solo busco arte,
si mi mirada no precisa tu sonrisa,
si mis labios ya no quieren besarte, y así termino; que esta línea es la última que te escribo.
                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                       

martes, 29 de julio de 2014

Hay...¡ay!

Hay borrones en los márgenes y cuentas pendientes.
Hay finales de cuento y esquemas derribados.
Hay derribos sin piedad y sueños insaciables.
Hay ganas de saciar y sed imperdonable.
Hay perdones imposibles y sonrisas inducidas.
Hay risas inolvidables y paseos nostálgicos.
Hay nostalgia apagada y tachones repetidos.
Hay repeticiones predecibles y principios sorprendentes.
Hay sorpresas fáciles de adivinar y borrones por destapar.