viernes, 13 de agosto de 2021

Atocha

 A veces cierro los ojos y siento que estoy a tu lado, 

y luego me despierto y giro y te veo.


A veces me dices que tienes miedo a los aviones, 

y yo solo pienso en que no quiero dejar de volar contigo.

A veces cuando me das la mano floto un poco, me giro, sonríes 

y acabo perdiendo el miedo a perder de vista los pies.


A veces me dices que no te escribo, pero no dejo de querer escribir 

las poesías más bonitas del mundo cuando te siento dormida en mi pecho

o cuando bailamos de broma un rato más.


A veces también me haces reír hasta que exploto,

o te ríes de mí, o te tiras en el sofá y me expulsas 

y no opongo resistencia y me dejo caer.


A veces bailas Annita y otras me pones cantautores brasileños, otras

te intento demostrar que sí sé bailar bachata o pongo canciones francesas tristes.

Pero siempre acabamos convirtiendo el salón de nuestro garaje en el lugar más feliz del mundo.


A veces cuando vuelves más tarde, siempre pienso en lo bonito que es volver a verte, 

en las ganas con las que me quedo esperándote, 

en la seguridad con la que entras por la puerta y te lanzas sobre mí.


A veces recuerdo las primeras noches con vistas a Atocha, 

con las luces rojas tenues y la primera vez que me senté en tu cama. 

Y  cómo acabamos por los suelos y a la vez con el mismo vértigo de estar sobre 

en los acantilados de Ibiza.


A veces recuerdo cómo me diste ese beso horrible en el ascensor, 

las chapas que te di yo, las tonterías, los nervios al verte por primera vez con esa mascarilla 

y la blusa de flores. 

Y la primera vez que me abriste la puerta de tu casa y cómo ahora solo pienso en que cierres la de nuestro cuarto.


A veces pero siempre, pienso que en medio de esta pandemia mundial, 

me ha tocado la lotería.

Que me iría contigo al otro lado del mundo 

y aprendería (bien) portugués, 

a veces, pero siempre, sé todo lo que te quiero, Carmen P.