domingo, 27 de octubre de 2013

Soñad


Sal a conquistar la calle
con tres versos,
abróchate la sonrisa,
deja que la noche estalle.

Vuela, pero suelta tus cuerdas;
deja el pasado
para los suicidas
y así, ojalá te pierdas.

Que el neón de la Luna
alumbre tu risa y
dé vida a tus pasos
tienta a la fortuna.

Arriesga todo en la ruleta
doble o nada,
pierde y gana,
juega a ser poeta.

Sueña a escribir tu futuro,
sueña a soñar,
sueña con dominar el mar,
{o} sueña a iluminar
hasta hueco más oscuro
de cualquier triste ciudad.

Sueña que la sacas a bailar,
aunque te pise los pies
o la vida.
Imagina que le vuelves loca
que le haces desear perder la vida
entera, navegando en tu boca.

Fantasea con crear tu propia
playa en Madrid,
con ser sirena de la espuma
de un inmenso mar.
Fantasea quizás con ser
princesa 
en su república más caótica.

Aún no es primavera, 
no hay cerezos en flor,
pero quiero comerme el mundo,
dame una razón.

Haced que dude de que el cielo
más azul,
pueda ser competidor
del marrón imperfecto de tus ojos.

Inspírate en imposibles,
rompe tus barreras,
grita en paraísos intangibles.

Amad, llorar, pensad
dad, arrepentiros y volved
a apostar...
pero nunca, nunca...
dejéis de soñar.





Curioso personaje, el escritor.

Siempre escuché decir que escribir es característico de alguien que necesita contar algo, que prescinde de ello y lo usa como vía de escape a la amarga realidad.
Y cuánta jodida razón tienen.
Creo que hasta que no he llorado de rabia, de impotencia, de pérdida y de soledad, no he llegado a comprender.
Y he escuchado incontables veces que los verdaderos escritores son desgraciados o lo fueron, son esos que sienten cada rima, que sangran cada verso o cada oración como si fuese su sentencia (y en muchas ocasiones lo es).

Yo creo que el escritor es un ser nostálgico, en ocasiones suicida que con amargos tintes cesa de avanzar y torna la cabeza para echarle un vistazo al pasado para recordar antaño para poder seguir adelante 
{como aquel agotado viajero que anda por el desierto negándose a sí mismo que no hay vuelta atrás convenciéndose de que aquel oasis que una vez fue 'suyo' volverá a él}
o en ocasiones solamente por esa conocida tendencia de autodestrucción que les caracteriza como seres humanos que son ¿no?.

Yo creo que el escritor es un soñador innato; es invencible cuando deja volar su mente, cuando la libera y desata del ancla de Melancolía. 
Es ese viajero imparable, increíble e imprevisible, que es capaz de hacerte cabalgar sobre las imaginaciones más remotas, llevarte de la mano (o en brazos) a conocer tierras lejanas y ojalá's, a evadirte y olvidar la realidad. Es aquel que tiene la capacidad de convertir sentimientos en arte, de encontrar la belleza a una mera taza de café caliente a las tantas de la madrugada, aquel que es capaz de hacerte inmortal entre eternas palabras, de hacerte princesa de paisajes orientales o rival de la Luna.
Es aquel que diseña mundos y dimensiones paralelas, aquel que maneja la mágica capacidad de hacerte llorar a sonreír tan solo uniendo un par de palabras. Curioso personaje, el escritor.

viernes, 18 de octubre de 2013

Y no supimos verlo

Viaje sin retorno a los infiernos,
que no íbamos a luchar por nada y no sup(e)imos verlo.
Escupiendo al pasado y a los te quiero, 
a los sueños y a las ilusiones compartidas.

Acuchillamos algún que otro 'para siempre', reina.
Quizás eso es lo que nos diferencia,
que los ojitos rotos reflejados en unas pupilas tristes,
no combinan,
y que a lo mejor ese fue el principio de nuestra perdición.
Rotos.
El amor nos dio la espalda, 
obviando el aprender a leernos lunares.

La chica de los amaneceres no conjugaba bien con la de la caída del Sol
y no sup(e)imos verlo.
Dicen que aquello que nunca llegaste a realizar, es eso que más duele y.
Nos dijimos todo antes de tiempo, maltratado casualidades disfrazándolas de rutina.
Y no supe verlo.

sábado, 12 de octubre de 2013

París

París; noche cerrada; tres de la madrugada.


Las calles acogen dos siluetas desconocidas en plena oscuridad de la gran ciudad.
Han pisoteado al destino y a la casualidad,
hace tiempo que la noche ha caído, pero les da igual.
Silencio arropado por la Luna y su juego caprichoso {de esconderse entre nubes
como mis sueños entre los recuerdos}, se confunde con el reflejo de las farolas
que se resisten a soltar su tenue luz {como las dos figuras se resisten a huir de la noche}

Juegan a tener{se}, a perder{se}, a desafiar al frío de diciembre.
Caen los copos vistiendo a la preciosa capital,
una botella ¿de vodka? medio vacía les
hace compañía.

Comparten silencios y risas recuerdos y olvidan las prisas,
se oye el acordeón de un artista bohemio, loco enamorado con complejo de licántropo nostálgico
cantando a la Luna, aporta la banda sonora.


Y se cogen de la mano, sin temores ni rencores,
se abrazan a las farolas y pasean por
las blancas calles a trompicones.
Juegan a robarle el tiempo al crono, a parar el segundero.
Se sonríen, cómplices, rompen el silencio y las barreras.

¿Y qué coño? [ups] sueñan, joder, sueñan, se abrazan, que paren
el espacio y el tiempo, que congelen la escena como aquel frío las calles.
No necesitan abrigo, se tienen {o algo así}, noche de invierno.


Circulan por los bares (ya cerrados) del bulevar, desfíando al viento
gélido que discurre entre los centímetros que las separan  (y que
hace tiempo que discurría entre los recuerdos de momentos pasados)
pero los tiempos son distintos, han cambiado.



Y ahora con la mirada al frente y paso decidido (y algo torcido, como si de
un concierto de ska se tratase; o del pulso de un poeta suicida, autodestructivo haciendo eterna a su caprichosa musa que hace tiempo que le abandonó en las vías
del tren de pies y manos)
se ríen del mundo, de su burlesca sombra, de la felicidad (cuyo espejismo
se deja descubrir en ese momento)


¿Huyen del mundo? no tienen necesidad (porque el mundo ha huido de ellas)
y ¿qué más da? sus pasos cesan un instante, observan el lugar, 
la Luna llena les dedica una sonrisa fugaz [nada volverá a ser igual], 
el mundo intrépido y el tiempo con su eterna soga no han podido anclarlas,
han tomado las calles de la capital del amor y roto sus reglas {¿realmente puede aspirarse a algo más?}

Suena de fondo el vanguardista personaje, entonando la letra de un viejo clásico
'Cae la noche y amanece en París,
en el día en que todo ocurrió.
como un sueño de locos sin fin
',

retratando sus pasos que no cesan de avanzar, de dejar atrás sombras, fantasmas y viejos demonios,
buscando la luz del nuevo amanecer (o atardecer en su defecto) desde las orillas
del Sena [desayuno de planes improvisados] , habiendo dejado de manterse al margen de la hoja usando una caligrafía borrosa entre tachones y rectificaciones inseguras para colarse en el centro, 
con letra pulcra y decidida, en mayúsculas{como si reivindicasen su tangible protagonismo}


Se convierten en eternas siluetas que se abren paso entre las sombras, alumbrando los oscuros callejones de la mismísima Ciudad de la Luz.




Hace horas

Noche cerrada, sobre las tres de la mañana.

Hace horas que los cursis enamorados han confirmado su cita, en un restaurante lujoso, del centro de la capital de la perfección.
Hace horas que los cursis enamorados se han vestido (con sus mejores galas)
Hace horas que los cursis enamorados han salido de casa (cada uno por su lado, como si de un ritual se tratase).
Hace horas que los cursis enamorados se han encontrado, desde la distancia en pleno atardecer, y se han abrazado, como sino se hubiesen visto en toda la tarde, como si quisieran demostrar al mundo que pueden con él.
Hace horas que los cursis enamorados han pasado toda la noche en el restaurante, compartiendo miradas fugaces y manos bajo la mesa.
Hace horas que los cursis enamorados han abandonado las calles de la eterna y metafórica ciudad
de la mano, tratándose con delicadez (y sin ella en ocasiones) fingiendo la perfección que muchos ansían, hace horas que han desaparecido en la oscuridad hacia cualquier hostal.