sábado, 12 de octubre de 2013

París

París; noche cerrada; tres de la madrugada.


Las calles acogen dos siluetas desconocidas en plena oscuridad de la gran ciudad.
Han pisoteado al destino y a la casualidad,
hace tiempo que la noche ha caído, pero les da igual.
Silencio arropado por la Luna y su juego caprichoso {de esconderse entre nubes
como mis sueños entre los recuerdos}, se confunde con el reflejo de las farolas
que se resisten a soltar su tenue luz {como las dos figuras se resisten a huir de la noche}

Juegan a tener{se}, a perder{se}, a desafiar al frío de diciembre.
Caen los copos vistiendo a la preciosa capital,
una botella ¿de vodka? medio vacía les
hace compañía.

Comparten silencios y risas recuerdos y olvidan las prisas,
se oye el acordeón de un artista bohemio, loco enamorado con complejo de licántropo nostálgico
cantando a la Luna, aporta la banda sonora.


Y se cogen de la mano, sin temores ni rencores,
se abrazan a las farolas y pasean por
las blancas calles a trompicones.
Juegan a robarle el tiempo al crono, a parar el segundero.
Se sonríen, cómplices, rompen el silencio y las barreras.

¿Y qué coño? [ups] sueñan, joder, sueñan, se abrazan, que paren
el espacio y el tiempo, que congelen la escena como aquel frío las calles.
No necesitan abrigo, se tienen {o algo así}, noche de invierno.


Circulan por los bares (ya cerrados) del bulevar, desfíando al viento
gélido que discurre entre los centímetros que las separan  (y que
hace tiempo que discurría entre los recuerdos de momentos pasados)
pero los tiempos son distintos, han cambiado.



Y ahora con la mirada al frente y paso decidido (y algo torcido, como si de
un concierto de ska se tratase; o del pulso de un poeta suicida, autodestructivo haciendo eterna a su caprichosa musa que hace tiempo que le abandonó en las vías
del tren de pies y manos)
se ríen del mundo, de su burlesca sombra, de la felicidad (cuyo espejismo
se deja descubrir en ese momento)


¿Huyen del mundo? no tienen necesidad (porque el mundo ha huido de ellas)
y ¿qué más da? sus pasos cesan un instante, observan el lugar, 
la Luna llena les dedica una sonrisa fugaz [nada volverá a ser igual], 
el mundo intrépido y el tiempo con su eterna soga no han podido anclarlas,
han tomado las calles de la capital del amor y roto sus reglas {¿realmente puede aspirarse a algo más?}

Suena de fondo el vanguardista personaje, entonando la letra de un viejo clásico
'Cae la noche y amanece en París,
en el día en que todo ocurrió.
como un sueño de locos sin fin
',

retratando sus pasos que no cesan de avanzar, de dejar atrás sombras, fantasmas y viejos demonios,
buscando la luz del nuevo amanecer (o atardecer en su defecto) desde las orillas
del Sena [desayuno de planes improvisados] , habiendo dejado de manterse al margen de la hoja usando una caligrafía borrosa entre tachones y rectificaciones inseguras para colarse en el centro, 
con letra pulcra y decidida, en mayúsculas{como si reivindicasen su tangible protagonismo}


Se convierten en eternas siluetas que se abren paso entre las sombras, alumbrando los oscuros callejones de la mismísima Ciudad de la Luz.




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