domingo, 16 de marzo de 2014

Cobarde

Llueve.
Me mimetizo con la tarde gris de domingo, ¿hay algo más acorde a mi estado de ánimo en este instante?.
Probablemente no. Suspiro, dejo que el aire penetre a través de la ventana semiabierta, el sonido de las precipitaciones inundan mis oídos pero de fondo me parece distinguir una leve risa tonta de enamorados, el frío comienza a calar mis huesos casi al alcance del vacío acorde con mi ser en sí. Desearía ser capaz de 'escribir los versos más tristes esta noche' al compás de Neruda, no sé versar desde hace tiempo, dicen que la poesía te encuentra y a mí me perdió hace demasiado tiempo. 

El optimismo se me queda grande desde hace años. Sonrío irónicamente antes de comenzar aquel escrito, comienzo con un 'querida/o...' pero demasiado tópico, tiro el papel al suelo y comienzo de nuevo, frunciendo el ceño dejo que las ideas de mi caótica mente se decidan a transformarse en palabras que consigan plasmar mi hecatombe:
'Hace ya tiempo que me recome Soledad, hace ya tiempo que agoté mis ganas de soñar, de investigar todos y cada uno de los caminos que la vida tenía reservados para mí.
Todo debió comenzar con la necesidad irracional del egoísmo humano, tendencia incoherente de autodestrucción, humano e inevitable odio a lo diferente, miedo al que no corresponde al subjetivo y absurdo término de 'normalidad'.

Vuelvo a mi silla, el suelo aparece tiznado de agua ante lo que me limito a encogerme de hombros para acto seguido, continuar.

'Soy el problema. ¿Por qué no pude seguir al rebaño bajando la cabeza y acatando órdenes?'. Demasiadas noches ansiaba la mediocridad. Odio el tiempo perdido en ese círculo vicioso indestructible.’ Todavía, si me concentro, puedo escuchar el murmullo de aquellos susurros a mi paso. Creía haber eliminado inconscientemente aquellos recuerdos, aquel primer día de colegio en el que caminando hacia mi sitio me pusieron la zancadilla haciéndome caer escaleras abajo. O aquel en el que en el laboratorio, al volver del baño todos mis compañeros de grupo habían ocupado y adueñado todas las sillas en torno a aquella mesa, dejándome sin sitio y sus sonrisas, sus malditas sonrisas hirientes y divertidas ante la cara de gilipollas que se me habría quedado. Nunca me atreví a pararles los pies. Pero ¿desde cuándo una sola persona se ha enfrentado a un ejército y ha vencido?.  Quizás me encantaba cerrar la boca, y bajar la mirada.
Podría resumir todo en una metáfora:
Te encuentras al borde del abismo, te asomas, sabes que no tienes paracaídas y que nadie va a esperarte abajo. Te mientes pensando que resurgirás de las cenizas cuan ave Fénix. Echas un último vistazo y pese a que todo tu cuerpo tiembla con terror, cierras los ojos con una sonrisa y coges impulso corriendo hacia atrás, instantes de tu vida pasean por tu mente a un ritmo frenético como si fuese un tráiler mal montado y sonríes irónicamente porque cada paso que das hacia el borde eres más consciente, te lanzas. Caes, caes,  caes y no parece haber fondo, porque no lo hay, simplemente caes. '¿La vida es una batalla continua?, porque si lo es, alzo mi bandera blanca, tiro mis armas al suelo alzando mis manos a la cabeza y entregándome a quien quiera que me esté apuntando con la luz roja de un francotirador, me arrodillo y cierro los ojos...

'No me echéis de menos. Ni se os ocurra llorarme. No me echéis de menos y punto, seguiréis con vuestras vidas, como si nunca hubiese existido, como debió ser.

Imagino cenas de Nochevieja, todos en torno al pavo ese relleno de pasas y piñones que hace el abuelo que resulta una bomba intestinal para esas altas horas de la noche o esas discusiones por qué canal toca poner este año cuando acabamos viendo la uno porque a la abuela le apetece criticar el vestido oportuno de Anne Igartiburu, y también los chistes cuando vamos por la quinta uva para hacernos estallar en carcajadas e impedirnos continuar. Me viene a la mente cómo será mi habitación, cómo os dará por decorarla, haced lo que queráis menos poner pósters Justin Bieber. Deberíais quemar mis fotos, y podríais lanzar las cenizas al mar, no sé, lo ví en una película y me pareció que quedaba bastante bien, muy metafórico. 
Abuela, quita las estrafalarias y horteras cortinas de flores del salón de tu casa, por favor.

Bueno y el tema de mis discos, libros y películas...¿podríais ponerlo junto a mí?, siempre me ha producido un sobrecogedor respeto el ajuar que enterraban junto a los egipcios, que creían poder llevarse todas sus posesiones en 'el viaje al más allá', sería un pequeño homenaje, y eh...si resulta que hay otra vida pues ¡no tendré que gastarme dinero en todo ello!, a lo tonto me habré ahorrado unos doscientos pavos. ¿Ves mamá como soy previsor cuando quiero?. Declararé que rompí el jarrón de la sala de estar.

Y por último...quiero solo una cosa más, decidle a Luna que lo siento, que no podré nunca ir con ella a recorrer Estados Unidos ni nos mudaremos a un piso en París en plan bohemio ni tampoco compartiremos gatos cuando seamos viejos y sigamos viviendo juntos porque no hemos encontrado a nadie.
Y Andrea...Andrea, te quiero, gracias por las veces que me obligaste a salir del agujero aunque fuese a rastras. Por recoger la toalla todas las veces que la tiraba, y por haberme abrazado cuando el suelo se abría y no me quedaban fuerzas para volar a tu lado.
Gracias por ser tan preciosa, por ser tan tú. Por haber permitido que te sacase a bailar y dejar que te pisase los pies y te quedasen ganas de repetir, por haberme entendido entre versos, líneas y dudas. Te odio por esa vez que me dejaste con las maletas en la mano y dos billetes solo de ida en la estación, mientras te veía alejarte y subirte a otro tren sin despedirte. Por haberme sabido comerme la boca y haberme rozado el alma cuando tocaba, y por haberte dejado meterte mano con la misma mano con la que te escribía versos. Espero que estés aprobando, y que estudies la carrera que te guste, que no seas infeliz como la mayoría. Y permíteme decir que tienes el culo más bonito de Madrid, que eres mil veces mejor que la Lady Madrid de Pereza.Todos los que alguna vez me habéis hecho sonreír, sois poesía y os dejo para la posteridad en esta carta.

Doy los últimos tragos al café que preside mi mesa desde el comienzo de la tarde, con complejo de escritor bohemio. 
Me voy, pero no diré la excusa del tabaco.  
He sabido comerme el mundo y hace tiempo que el mundo me ha devorado.
He sabido volar a ras del suelo y quemarme mil y una noches de invierno,

Nunca he sido un príncipe porque siempre estuve desteñido, siempre el chico triste de la última fila, el que sueña con ser poeta de mil musas caprichosas que ni siquiera le miran, el que ansiaba bombardear la Luna con mil aviones de papel, el que escribía futuros pluscuamperfectos en el vaho del asiento de atrás del bus.
El que acaba solo en el último baile, el que de mayor quería ser 'un músico de esos que tocan en el metro y regalan rosas a chicas bonitas. No me tiro desde un puente decorado con candados de promesas y sueños vacíos alzando la mirada como si antes de la caída fuese a rozar el cielo con la punta de los dedos, para apresurarme al vacío donde me esperarían cien llaves de viejas esperanzas.
Soy el que va a acabar su huida con dos paquetes de pastillas.
Soy un cobarde.'


2 comentarios:

  1. Imposible leerlo sin acabar con los pelos de punta, es sublime, perfección y genialidad, todo en un combinado explosivo y rompedor, lleno de sentimientos. No dejes de escribir nunca.

    ResponderEliminar
  2. Joder, en serio, sé que te lo he dicho alguna vez (creo) pero muchísimas gracias. De hecho nunca habían analizado un texto mío así y es un gran honor, hay mucho que mejorar de él aún pero mil gracias. Es difícil dejar de hacerlo con comentarios así, ay.

    ResponderEliminar