La vida me muerde flojito y despacio, me araña los sueños un jueves cualquiera y rompe mis expectativas.
El pasado y sus monstruos, me persiguen en una carrera frenética, por eso aprendí a huir.
El presente con sus amaneceres me entretiene con sus momentos efímeros, sueños instantáneos y frenadas en seco.
El futuro me abruma, atemoriza,
me golpea con piedras el tejado de (mi) indecisión y yo;
yo desde hoy solo sabré sonreírle con la expresión de quien amenaza al cielo,
arder en el próximo atardecer.
Y solo sabré tenderle la mano a todos los puentes y oportunidades,
como el suicida que no teme saltar porque sabe que abajo le llama la libertad con cantos de sirena
(y que se gira en la despedida a todos los fantasmas que retrató en su pretérito perfecto).
Porque hoy y mañana (más que nunca) mis sueños apestan a futuro.
Bienvenido.
La vida me besa las heridas con el cariño de una madre,
la caricia de un amante,
la seguridad de un padre y el abrazo del amigo que nunca se irá.
Todo un horizonte donde perderme, y las horas y las olas del azar me llaman. Habrá que saltar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario