Tócame la guitarra (de mis costillas).
Enséñame a volar entre las notas de tu voz.
Aprendamos a tocar el piano en nuestras noches.
Hazme musa de tus mejores suspiros.
Susurros de madrugada, me recuerdas que sigo viva.
Te sueño en mi cama y te quiero en mi almohada.
Me miras desde el infinito gris de Madrid,
me tientas con tu sonrisa inocente,
que parece gritar que quiere comerme
pero lo calla el Silencio de tu insinuación.
Tócame el alma entre cartas y amaneceres
en el recoveco de tu cuello.
Aprendamos a tocarnos en braille como
dos ciegas y locas (la una por la otra).
Dejemos los miedos para los frágiles,
para los cobardes que miran al abismo
dos veces antes de tirarse.
Desafiemos a la Luna, bailando entre nosotras
sin invitarla a nuestras noches a tientas.
Me descubres entre carcajadas escondidas
en el aire que me sobra por no
formar parte de tu inspiración.
No sé si entiendes lo que estoy diciendo.
Que Viento nos envidie mientras volamos
escuchando letras dedicadas a los cometas
en los que viajaremos a paraísos intangibles,
a bosques inhóspitos y ciudades de tonalidades
grises que teñiremos del color de tu sonrisa.
Que nos sorprenda Noche riéndonos,
dejando el alma al desnudo y abandonando
a Pasado en cualquier callejón perdido
del Olvido, que dicen que ansía recogerlo.
Soñemos con los ojos abiertos,
¿y si nos reímos de la lógica
adelantándonos al mañana para empezar
a vivirlo?. ¿Y si aprendemos a ser felices
sin necesitar que nos visite Suerte?.
Te leeré entre versos de poetas muertos,
de esos que parecen conocernos a la perfección,
tú me escucharás en cualquier acorde de guitarra.
Nos perderemos en la inmensidad del océano
de nuestros ojos al encontrarse, y que se joda el mar
si te echa de menos.
Te llevaría allí donde acaba el opresor mundo,
escaparíamos con el sol al atardecer,
esquivando los finales, desterrando a Tristeza.
Me escondería en un hueco de tu pelo,
sintonizando sueños, sacándote a bailar
bajo la lluvia, rivalizando con truenos y relámpagos.
Entonces puede que sincronizases tu vida con la mía,
o quizás sólo un par de momentos que guardar
en el fondo del cajón de Felicidad, de momentos
para recordar cuando todo parezca agotarse.
Quitarte la ropa de camino a casa,
abandonando las carreteras secundarias
que sólo nos han llevado a miles de campos
sin salida, de noches perdidas.
Serás una estrella imbatible, en aquel momento
alumbraremos desgarrando tinieblas.
Serás aquel libro que releer cada atardecer,
quizás estarás buscando entonces mi mirada
entre toda la gente cuando pienses
que estoy más lejos que nunca.
Entonces tomaré la licencia de perderme
en tus madrugadas, recitándote cualquier
verso delicado entre caricias por tu espalda.
Entonces tomaré la licencia de que te pierdas
en mis amaneceres, despeinándome los sueños.
Desordenando las líneas a medias.
Vamos a vaciar la Luna,
a lo mejor perdemos
estrellas por el camino
y nos encontramos entre
besos fugaces y nubes rosas.
Tenemos el cielo entero
a la espera en mil y una
noches de domingo.
Tenemos el honor
de hacernos poetas y musas,
pero también salvajes,
de salirnos de cualquier margen.
Que el cielo no es nuestro límite,
sino la pista de despegue.
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